viernes, 26 de septiembre de 2014

AÏCHA Y EL OGRO.


Cuenta una historia que hace mucho tiempo, en el norte de África y cerca de un pequeño pueblo, había un hombre viejo que vivía solo. Se llamaba Baba Inoubba. Era tan viejo que ya nunca se levantaba de su cama. Aïcha, su nieta, se ocupaba de él. Todos los días, con una bandeja de couscous en la cabeza y una torta bajo el brazo, Aïcha llamaba a la puerta de su abuelo canturreando:
·      Ábreme la puerta, oh Baba Inoubba, y el desconfiado anciano respondía:
·      Haz tintinear tus pulseritas, Aïcha, pequeña mía.
Entonces Aïcha hacía sonar sus pulseritas y el abuelo tiraba de una cuerda para abrirle la puerta.
Un día, el ogro vió a Aïcha y la siguió a escondidas. La escuchó canturrear y vió cómo se abría la puerta. Ajajá, se dijo el ogro, mañana yo haré igual que Aïcha, el anciano me abrirá y me lo comeré. Luego, ya me ocuparé de la pequeña.
Al día siguiente, el ogro llamó a la puerta de Baba Inouba, que le dijo:
·      ¡Vete, maldito ogro, he reconocido tu voz!
Entonces, el ogro se fue en busca de un brujo para preguntarle cómo podría conseguir una voz tan suave y tan dulce como la de una niñita.
·      Unta tu garganta con miel, respondió el brujo, después abre lo más que puedas la boca y permanece tumbado al sol durante siete días. Miles de hormigas entrarán y te rascarán la garganta.

Siete días más tarde, el ogro canturreó en la puerta de Baba Inouba con una fina vocecita. Creyendo que era Aïcha, el abuelo abrió la puerta. El ogro se abalanzó sobre él y se lo comió. Cuando llegó Aïcha con una bandeja de couscous en la cabeza y una torta bajo el brazo, ella no reconoció la voz de su abuelo. Vio que salía sangre de debajo de la puerta y miró por el ojo de la cerradura. Como enseguida reconoció al ogro, salió corriendo hacia el pueblo gritando:
·      ¡A mi abuelo se lo ha comido el ogro! ¡Lo he dejado encerrado en la casa!
Entonces, muchos aldeanos llevaron haces de leña y prendieron fuego a la casita donde el ogro esperaba la visita de la chiquilla. Y así fue cómo el ogro murió entre las llamas. Al año siguiente, un roble creció en aquel mismo lugar. Lo llamaron el “Roble del ogro”.
Si algún día pasáis casualmente por este lugar, los aldeanos os lo enseñarán.

Cuento del norte de África que guarda algunas similitudes con Caperucita Roja...
aportado por mi amiga Elisabhet Zurbrigen de Suiza

martes, 16 de septiembre de 2014

CAPERUCITA EL LOBO Y LA ABUELA


Les voy a contar a ustedes
la historia de una doncella
pues su madre la mandó
a la casa de su abuela.

Por el bosque caminaba
ella feliz y contenta.
No les quiero ni decir
(amable gente)
el susto que se llevó ésta,
cuando sin esperarlo pa ná,
el lobo se plantó frente a ella.
¡Caray que susto me has dao!
Le dijo gritando ésta.

No era esa mi intención
pues lo que quiero es…
(volviendo la cara y bajito)
¡Comérmela!

Bueno me voy, dijo el lobo.
Y se plantó en casa de la abuela.

La vieja (al verlo) de un salto,
 se metió en una alacena.
y el maldito lobo sin pensarlo,
se acostó en la cama de ella.

Llega la Caperucita, que así llaman
a la doncella.

Fue a empujar la puerta
y la encontró entreabierta.

¡Jesús, que cosa más rara!
Con lo asustona que es la abuela.

Al cuarto se dirigió,
 pues su abuela estaba enferma.
Y le pasó la cosa más rara 
que persona humana viera. 
Es la enfermedad pensó 
que habrá cambiado a mi abuela.


Jesús, que cara tan fea
que tiene la pobre vieja.
Si es idéntica al lobo ese
de  “la casa la pradera”.

Todo lo tenía grande,
los ojos, boca y orejas.
¡Dios santo!, ¿le doy un beso 
o me voy por esa puerta?,
 se decía la doncella.
Más no le dio “na” de tiempo,
el lobo saltó sobre ella.

La doncella corre y grita,
el lobo cada vez más cerca.
De pronto se escuchó un tiro.
Se lo pegó un cazador
en las mismas posaderas.

El lobo salió corriendo
con el culo echando humo
y se perdió entre la selva.
La abuela pudo salir
de tan oscura alacena.
Y abrazar con mucho empeño
a su queridita nieta.

¡Qué alegría, qué paz, que fiesta,
se pegaron estas dos, Caperucita y la abuela.

Y aquí se acaba la historia
de Caperucita, el lobo
y su asustona abuela.

Dicen que fueron felices
el tiempo que les quedó,
en ésta nuestra amada tierra.


Recogido del saber popular por  Maty López Cruz


viernes, 12 de septiembre de 2014

La libertad. Cuento Mexicano aportado por Marco


Imaginen el palacio del rey de la India (das detalles) imaginen la alcoba del rey de la India (detalles) ...y allí una enorme jaula grande, de plata con incrustaciones de perlas. Donde habita un pajarillo multicolor que habla y canta en todos los idiomas del mundo. Este pajarillo es el mejor amigo del rey.
Todos los días, después de despachar los asuntos del reino, el rey iba a su alcoba y platicaba con su amigo; no sólo cosas de política, no, también de las cosas que pasaban en su corazón. Y el pajarillo siempre tenía una palabra o un consejo sabio para el rey.
Una mañana el rey le dijo: - Amigo, pídeme lo que quieras, soy el rey de la India y puedo darte todo-. El pajarito le dijo que no necesitaba nada, que la jaula estaba bien, la comida e incluso, la diversión nunca faltaban. Así que no, no necesitaba nada más, a menos que le concediera la libertad.
El rey le dijo que no, que eso si que no. Porque si lo liberaba se iría y se quedaría sin amigo.
Un día el rey llegó a su recámara y le dijo a su amigo que tenía dos noticias, una buena y otra mala. El pajarito de dijo que primero le diera la mala. -tendré que ausentarme del palacio- dijo el rey.
- y ¿cuál es la buena?- preguntó el pajarillo.
- que pasaré muy cerca del bosque de donde procedes y puedo traerte lo que quieras, una flor, algunas frutas.
-Mmmmh, no gracias, pero si ves a mis hermanos, dile que estoy bien, que vivo en una jaula muy cómoda, que tengo buena comida y diversión. Sólo salúdales.
Así, el rey partió y después de arreglar los asuntos del reino, de regreso, pasó cerca del bosque, dejó a su comitiva y se internó el él.
Llegó a un claro hermoso, donde se levantaban enormes troncos blancos que sostenían ramas con hojas de un verde translúcido y ahí, cientos de pajarillos multicolores, cantaban canciones en todas las lenguas del mundo. El rey quedó extasiado y se sentó en un tronco a escuchar.
Cuando los pajaritos terminaron su canto, el rey se levantó y les dio el mensaje de su amigo.
Se despidió y al nada más dar tres pasos, uno de los pajarillos cayó a sus pies, inmóvil, sin respirar. El rey lo levantó con tristeza y lo depositó en un tronco y rezó. Entonces el corazón le dio un vuelco al pensar en su amigo, allá sólo en palacio que también podía morir, de repente.
Así que regresó a toda prisa y cuando llegó a palacio, atravesó corriendo los pasillos hasta llegar a su recámara, abrió la puerta y suspiró aliviado al ver a su compañero sano y salvo.
Cuando recobró el aliento, el rey comenzó a contarle su viaje y a darle detalles de su visita al bosque, le contó lo del pajarito muerto y le explicó como lo había  levantado y lo había depositado en un tronco. El rey, entonces, miró a su amigo para observar su reacción y se dio cuenta que yacía en el suelo de la jaula, inmóvil. El rey abrió la puerta y sacó a su amigo, al darse cuenta que estaba muerto  comenzó a llorar y llorar como sólo saben hacerlo  los reyes.
Luego lo depositó en la ventana para rezar por su espíritu y, aún no se había inclinado, cuando de pronto el avecita voló lejos, se colocó a unos cinco metros, por si las dudas y posado en una rama  le dijo al rey:

-No llores amigo, no estoy muerto, como tampoco lo estaba mi hermano en el bosque. Deja de llorar, porque hoy, tú y yo hemos aprendido dos cosas importantes. Tú, que el mensajero nunca sabe lo que lleva en el mensaje, y yo, he aprendido que la libertad no es una flor que se pide, es una flor que se arranca.