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lunes, 5 de abril de 2021

El barquito, la tormenta y la clase de español

A este cuento ya hice referencia en otra entrada, pero no había sido fiel al texto dando por descontado que era suficientemente conocido. En este caso vuelvo a traerlo con una de las muchas versiones en que lo he contado a lo largo de mi tarea como narradora ya que lo he preparado para una clase de una escuela de Venecia con alumnado de 13 y 14 años que estudian español como segunda lengua.

He señalado en rojo las palabras importantes que luego debían recordar para poder contar el cuento ellos y ellas  o que tuviera que tener la traducción en italiano prevista ya que no se parecían a nuestra lengua.

 Este cuento se narra a la vez que se va plegando un papel, se le pide al público que participe haciendo el viento y la tormenta. Cada uno puede tener su barco o ir haciéndolo mientras se cuenta la historia.

 Había una vez un niño llamado Manolo que era muy aventurero.

Un día decidió que quería ir a explorar el mundo. Cogió su mochila, guardó en ella su juguete favorito, unos bocadillos, una botella de agua y emprendió su camino.

Pasaron varios días y nuestro amigo llegó a un país lleno de unos triángulos gigantescos. ¿Alguien sabe cómo se llama este país? Claro que sí, Egipto. ¡Qué bonito Egipto! ¡Qué bonitas las pirámides! Pero, ¡qué calor! Manolo decidió que se compraría un sombrero. Eso es- se dijo:- necesito un sombrero para quitarme un poco el calor.

Se dirigió hacia una sombrerería cercana y después de saludar educadamente al sombrerero, le pidió que le vendiera uno de sus sombreros.

 Nuestro amigo pagó su compra y salió a la calle. Pero pronto advirtió que el sombrero le quedaba demasiado grande, por lo que entró de nuevo en la tienda y pidió que se lo cambiaran. El sombrerero entró al almacén y trajo a Manolo un sombrero más pequeño. Este si le quedaba bien; era perfecto.

Manolo continuó viendo todas aquellas preciosas pirámides, pero... ¡Qué calor! Tenía tanto calor que decidió acercarse a un río que hay allí. Nada más y nada menos que al Nilo. Allí nuestro amigo el aventurero se alquiló una barca y se dispuso a navegar un rato.  ¡Qué bien! ¡Qué fresquito estaba ahora con el agua salpicándole! Estaba encantado.

Pero de repente comenzó a levantarse el viento, un viento terrible y casi huracanado. Manolo estaba muy asustado. La barca se movía con fuerza de un lado a otro. En un instante la popa chocó contra un árbol que flotaba por el río a la deriva y se partió. El agua empezó a entrar dentro de la barca. Manolo no sabía qué hacer y lloraba asustado.

Las cosas estaban casa vez peor y al poco rato empezó a llover cada vez más y más  fuerte, tenía la tormenta encima.  La barca volvió a chocar, esta vez contra   una roca y ahora fue la proa la que se partió. 


La tempestad rugía con toda su fuerza, los truenos relámpagos se 

sucedían uno tras otro. Manolo desesperado se subió al mástil del 
barco albero della nave, pensaba que allí se sentiría más seguro, 
pero un rayo cayó y partió el mástil en dos. Era irremediable, mientras 
Manolo pedía socorro por la radio el barco se hundió.

 


Los padres de Manolo empezaron a preocuparse. Él no daba señales de vida. Ni contestaba al móvil, ni mandaba correo electrónico, ni una postal,...

Temiéndose lo peor, se dirigieron al aeropuerto y se embarcaron en un vuelo hacia Egipto, que era el país preferido de Manolo. Cuando llegaron allí empezaron a preguntar y averiguaron que Manolo había estado en la sombrerería. Siguieron investigando y supieron que también había alquilado una barca. Fueron rápidamente a hablar con el barquero. Este les dijo que era cierto; Manolo había alquilado la barca, pero hacía ya dos días y aún no había vuelto.

Rápidamente organizaron una operación de rescate, los guardacostas, tres barcos de salvamento, los bomberos, la policía, llegaron.


Entonces, los
submarinistas se sumergieron en las aguas del Nilo. Y, ¿sabéis qué fue lo primero que encontraron? Pues aquí está, la camiseta de Manolito.

¿Y qué había sido de Manolito? Siguieron buscando y lo hallaron encaramado a un cocotero en un pequeño islote. Y todos juntos volvieron felices a casa. Manolito prometió a sus padres no volver a salir solo hasta que se hiciese mayor.

Y colorín colorado...

 

 

Pasos para realizar la historia:

1. Necesitamos un rectángulo de papel (folio o similar)

2. Doblamos por la mitad. Doblamos las esquinas al centro.

3. Formamos un triángulo, Ya tenemos la

pirámide.

4. Doblamos la parte inferior hacia arriba y obtenemos el sombrero

grande.

5. Abrimos del centro y aplastamos. Obtenemos un cuadrado.

6. Doblando las dos esquinas hacia arriba obtenemos el sombrero

pequeño.

7. Tirando desde el vértice superior convertiremos la figura en un

barquito.

8. Se desata la tempestad. Romperemos la popa del barquito, y

después la proa.

9. Rompemos el mástil dando forma  semicircular al corte.

10. Al desdoblar obtendremos la camiseta de Manolito.

 

       Cuento popular adaptado por Yolanda  Fernández del grupo de trabajo del Cuentacuentos.

 Los dibujos y collages son aportaciones de una clase del colegio Jagher-Sansovino Venecia.

 

 

2 comentarios:

  1. Ya tengo una buena colección de cuentos con dibujos y otros accesorios fantásticos, como el barquito de papel, para contar a nuestros ya no tan pequeños nietos. Un besazo, hermana. Que tengas un feliz domingo de abril.

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