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viernes, 17 de diciembre de 2021

RAUL Y LOS ESTORNINOS

Raúl era un niño viejo de mirada inquieta que no pudo siquiera perseguir sus sueños. Siempre silencioso, queriendo corresponder con una sonrisa perenne a su incapacidad de movimiento. Siempre abrumado por el peso de haber nacido en el momento inoportuno una noche estrepitosa de cristales apagados.

Quién elige haber nacido muerto y  sobrevivir gracias a los aldabonazos recibidos en su corazón parado. Quién elige los brazos de los demás como cuna y movimiento. Quién prefiere la palabra callada de otros a la suya.

Destino inevitable de no ser nunca pájaro. Atado al irremediable destino de una incómoda silla. Permanentemente cuidado, alzado, lavado, sometido a manos agriadas, que a veces rechazaban sostenerle. Besos recibidos de algodón metálico.

Raúl era solo mirada azul helado, que frente a la ventana perseguía en la aurora nocturna, el vuelo del estornino silente que venía a entonarle su rojo canto.

Días ácidos para tan pequeño cuerpo. Palabras que nunca deben escucharse. Caricias amargas que tanto expresan.

Ocho traicionero, ocho años. Demasiada edad para quien se ha equivocado de morada.

Raúl, nos devuelve su triste sonrisa.

Los estorninos se retiran en silencio, nunca más volverán a esa ventana.

Un rayo negro atraviesa la noche. 

Raúl se apaga.


A Raul que supo llenarnos el alma con su sonrisa azulada.  


4 comentarios:

  1. Precioso, me ha encantado.
    Que bien lo cuentas.
    Escribes genial.

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    1. Me alegro que te haya gustado, a ver cuando te pones tu a la faena que también lo haces muy bien.

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