Utilizar una guía de teléfonos y papeles de seda de colores alegres. Se recortan previamente pequeños pedacitos de papel. Es una historia para contarla en grupo con todos alrededor sentados en el suelo. Se puede enriquecer con los elementos marcados que aparecen en la historia o dibujarlos después y pegarlos acabando con un gran mural.
Os
voy a contar una historia:
Era
una vez el sol, el viento, las estrellas, el silencio y la paz. En un lugar
lejano una música suave (hacer vibrar una cinta de papel con los labios de
manera que salga un sonido suave) sonaba constantemente y la tierra cantaba
sin parar día y noche.
Una
mañana, el viento recogió una pequeña semilla (soplar cada uno un papelito) de la tierra y jugó con ella durante
toda el día trasportándola de una parte al otra de
Los
dos; el viento y la semilla, se hicieron pronto grandes amigos. Pasaban los días
y las noches girando por el mundo, jugando con
Con
el paso del tempo la semilla comenzó a pedirle al viento que volara un poco más
bajo, siempre más cerca del suelo. Sentía la necesidad de dejar crecer las flores
que tenía en el corazón y quería encontrar
un lugar especial donde poder vivir y
seguir allí cantando con el viento y con
El
viento sufría en silencio, amaba mucho a
la semilla, era especial y no quería separarse de ella, pero comprendía que el
destino de su amiga era el de dejarla convertirse en una esplendida flor.
El
viento (hacemos vibrar el papel, jugando
con la intensidad y los ritmos) acompañó a la semilla a ver el mundo más de cerca para poder elegir bien
el lugar más bello en el que quedarse,
pero ésta no lograba decidirse.
Al
principio miraba con atención y emoción las montañas, los ríos, los mares y los
animales, después comenzó a ver los hombres, una especie de animales que estaban
por todas partes y eran de muchos colores.
Había
quienes sonreían, otros sufrían, algunos mataban, muchos morían y otros no comprendían.
La
semilla se asustó. En aquella parte del mundo en la que vivían los hombres el
canto de
Pero
La
semilla (se vuelven a volar las semillas
hasta que van cayendo al suelo) se dejó caer en medio de un desierto y después
de mucho tiempo y muchas penurias consiguió que brotara una rosa roja. No pasaron
muchas personas por allí, pero cada una de las que la vieron se enamoraron de su belleza y se detuvieron a contemplarla.
Por
eso la flor cantaba contenta de haber cumplido su misión. (Música con papel)
Los
pocos animales que habían visto la rosa roja en el desierto descubrieron la
ilusión que llevaban dentro, aprendieron a escuchar el canto de
Cada
semilla cantaba la misma canción y el coro crecía. (Con los papelitos y las voces se va unificando un coro) La música era
cada vez más fuerte y el viento la transportaba a todos los lugares, hasta que
poco a poco, en el corazón de todos los habitantes de
Keti
Argentelli
Buen cuento y una preciosa acuarela para ilustrarlo. Tuya, ¿verdad?
ResponderEliminarEl cuento de Keti y la acuarela mía.
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