Una sencilla marioneta, un guante y unas plumitas |
Por qué algunos árboles no pierden sus hojas
Se trata de
una historia infantil muy entretenida a través de la cual los niños podrán
saldar algunas de sus dudas acerca del otoño. El cuento comienza con el inicio
del otoño, cuando el frío empieza a calar los huesos mientras los pájaros
parten hacia destinos más cálidos. Todos, menos un pobre pajarito que tenía un
ala rota. El pajarillo pensaba que si no encontraba pronto un lugar donde
refugiarse, moriría de frío. Miró alrededor y divisó a lo lejos algunos árboles
que le prestarían cobijo seguro. Saltando y aleteando como mejor pudo, llegó
hasta los árboles y se paró justo enfrente de un gran roble que parecía lo
suficientemente fuerte como para cobijarlo, así le pidió permiso para
refugiarse entre sus ramas hasta que volviera a llegar el buen tiempo. Sin
embargo, el roble le negó su ayuda diciéndole que si le dejaba cobijarse allí,
terminaría picoteando sus bellotas. El pájaro vio otro árbol precioso de hojas
plateadas, un álamo, y pensó que le daría refugio. Llegó hasta él y le contó su
problema pero el álamo también le echó diciéndole que le iba a manchar sus
bonitas hojas y su blanco tronco. Muy cerca había un sauce pero este, al igual
que los demás, lo rechazó argumentando que no trataba con desconocidos.
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