martes, 27 de octubre de 2020
MOUN
lunes, 26 de octubre de 2020
El color de la arena
....«Mi abuelo cuenta que cuando tenía mi edad, llevaban las caravanas de camellos hasta el mar. Pero eso fue antes de la guerra. Una guerra que, según cuentan los mayores, nos sacó de nuestras tierras y dejó al abuelo cojo para siempre.
jueves, 22 de octubre de 2020
19 CONSEJOS PARA ESCRIBIR BIEN:
JB Oliveira |
1. Evita repetir la misma palabra, porque esa palabra se convertirá en una palabra repetitiva y, por lo tanto, la repetición de la palabra hará que la palabra repetida disminuya el valor del texto en el que la palabra se repita!
2. Huye al máximo del uso. De abrev., porque ellas tb empobrecen qquer. txt o mensajero Que tú. Escribiendo
3. Remember: Los extranjeros nunca! Están fuera! Ya la palabra de la lengua portuguesa es muy agradable! De acuerdo?
4. Nunca debes estar usando el gerundio! Porque así va a dejar el texto desagradable para quien va a estar leyendo lo que vas a estar escribiendo. Por eso, debe estar prestando atención, pues, de lo contrario, quién va a estar recibiendo el mensaje estará comentando que su manera de estar redactando va a estar molestando a todas las personas que van a estar leyendo!
5. No apele a la jerga, hermano, aunque parezca así, genial, de la hora, sacaste? Entonces joya. Gracias
6. Se abstrae peremptoriamente de grafar terminologías vernaculares classicizantes, pinzadas en alfarrabios de priscas eras y eivadas de preciosismos anacrónicos y esdrúxulos, inconciliables con el alcance colimado por cualquier escriba o amanuense.
7. Nunca abuse de citas. Como alguien ya dijo: ′′ Quien camina por la cabeza de los demás es piojos ". Y ′′ Todo aquel que cita a los demás no tiene ideas propias "!
8. Recuerda: el uso de paréntesis (aunque parece necesario) daña la comprensión del texto (termina truncando su sentido) y (casi siempre) alarga innecesariamente la frase.
9. frases lacónicas con solo una palabra? NUNCA!
10. No uses redundancias, ni pleonasmos o tautologías en la redacción. Esto significa que tu redacción no tiene que decir lo mismo de formas diferentes, es decir, no debe repetir el mismo argumento más de una vez. Eso es lo que significa, en otras palabras, que no se debe repetir la idea que ya se ha transmitido anteriormente con palabras iguales, similares o equivalentes.
11. La hortografía meresse muinta atención! Preciza ser corrijida ezatamente para no firir la lingúa portuguesa!
12. No abuse de las exclamaciones! Nunca!!! Jamás!!! Tu texto quedará intragable!!! Recuerda!!!
13. Siempre se evitará la mesóclisis. De ahora en adelante, se pondrá cada día más en la memoria: ′′ Mesóclisis: la evitaré "! La excluiré! La abominaré!"
14. Mucha atención para evitar la repetición de terminación que dé la sensación de poetización! Rima en la prosa no se entra: es algo desastroso, además de horrorosa!
15. Huye de cualquier generalización. En todos los casos, todas las personas que generalizan, sin absolutamente ninguna excepción, crean situaciones de confusión total y general.
16. La voz pasiva debe evitarse, para que la frase no sea pasada de manera no destacada junto al público al que va a ser transmitida.
17. Sea específico: deje el tema más o menos definido, casi sin duda y hasta donde sea posible, con unas pocas oscilaciones de posicionamiento.
18. Como he repetido un millón de veces: evite la exageración. Él daña la comprensión de todo el mundo!
19. Por fin, recuerda siempre: nunca dejes frases incompletas. Ellas siempre dan margen a
lunes, 19 de octubre de 2020
CAPERU PARA ADULTOS
CLARA LILLO
-Con Doña Flora, por favor-,
La anciana casi muere de estupor;
-Que es la hora de la siesta descarado
y tengo el corazón muy delicado.
El director que la aguardaba,
rumió una disculpa acelerada
y con una labia extraordinaria
en breve cautivo a la octogenaria.
-Voy a ofrecerle una oferta tentadora;
ya sabe que en los tiempos de ahora
la moda son los fondos de pensiones,
podría usted ganar varios millones-.
-Invierta usted en la bolsa, Doña Flora
y sea de su bosque la señora.
Tendrá un marido sexi p`abrazarla,
vendrá aquí su familia a visitarla-.
Quedó un largo silencio al otro lado,
aquel tipo en la tecla le había dado.
Aunque sus hijos bien que la atendían,
ella pensaba que no la querían
apresurándose a cerrar el trato.
Y le puso una sola condición
ceder la casa tras su defunción.
-Por cierto, ¿prefiere tarta o helado?
Que sus vecinos vienen del mercado.
Yo voy para su bosque en un momento,
pregúnteles, verá que no le miento.
Y para acelerar todo el proceso,
le puso arsénico a la tarta de queso.
Duró poco al bruto su alegría
al ver que era Caperu quien le abría.
Cortábase el ambiente con machete
cuando Doña Flora se alejó al retrete.
Caperu clavole al lobo su mirada
desenvainando su lengua afilada.
-¿No le da vergüenza?- preguntó.
-¡Podría ser su abuela!- le escupió.
El lobo se sintió tan apurado
que al trozo de la tarta dió un bocado.
Y así cerró el banquero su oficina
enfermo de su propia medicina.
Mientras ella y la abu fueron
a un viaje de placer donde quisieron.
Y así murió el lobito por ladrón
y por ser un tanto fanfarrón,
pensando que la pobre Doña Flora
no tenía una Caperu que la adora.
miércoles, 14 de octubre de 2020
LA CIUDAD DEL PERMANENTE OLVIDO
No puedo explicar como llegué a Áurea ni qué camino me llevó a ella, solo sé que en el momento mismo en que me detuve en una de sus plazas, sin asfaltar, me sentí detenida en el tiempo.
Observé que sus calles no tenían nombre, ni números sus casas, sus avenidas no poseían apodos, ni placas sus parques, sólo letreros vacíos lucían sus estatuas y las fachadas de lo que me parecieron inmuebles municipales.
Pregunté asombrada dónde estaba a dos amables señoras que me miraron sin prestarme mucha atención y no quisieron o supieron decirme nada, después vagué por entre sus edificios y cuando que me sumergí en aquel particular caos me encontré viviendo el presente.
Los niños vinieron rápidos a saludarme, me llevaron de la mano a mostrarme sus tesoros. Saboreamos todos los helados posibles de la heladería del pueblo sin tener que pagar nada. Nos detuvimos ante señores que jugaban en el parque partidas de ajedrez absurdas e interminables. Tropezamos con mochilas escolares abandonadas por las esquinas. Empujamos a las abuelas que reían subidas en los columpios y picoteamos en las cestas de la compra depositadas sobre los mostradores vacíos del Banco.
No supieron explicarme el por qué de las farolas encendidas en pleno día, ni qué hacían las cajas de bebidas tiradas por las esquinas o los paquetes de cartas sin repartir.
Conforme pasaban los días me fui acomodando con facilidad a la vida de Áurea, a su caos civilizado, su permanente olvido, su pacificación absoluta. Ciudad de risa inmediata y vigorizante, de vida al segundo, placer instantáneo, amores efímeros y vagabundeo insaciable.
Las mujeres del pueblo me aceptaron sin sorpresa, ya que para ellas solo era una cara más a las que cada día les enfrentaba su desmemoria. Juntas pasábamos los ratos hilando conversaciones, entre juegos infantiles, alrededor de una mesa de cocina, recogiendo frutos en el huerto o solucionando problemas cotidianos en un ayuntamiento improvisado en cualquier calle del pueblo.
Observaba admirada como llevaban a sus bebitos amarrados a la espalda para evitar olvidarlos en cualquier sitio, niños que recibían en el momento de su nacimiento un nombre, por medio de un beso que las madres depositaban en sus frentes. Nombres que quedaban grabados para siempre y que tardé en descifrar el tiempo justo que me llevó olvidar el mío.
Una vez que aprendían a andar los niños pasaban a ser de todos, ocupaban el tiempo en jugar hasta caer rendidos y acababan paseando por las calles de Áurea a ver dónde olía más rica la comida, otros veces se contentaban con un chusco de pan o una fruta capturada en los árboles del “huerto parque”, que crecía misteriosamente, sin que nadie lo cuidara, en el corazón de la ciudad.
Quise almacenar en mi memoria, que con el paso del tiempo se hacía cada vez más inútil, los nombres de algunas de aquellas criaturas con las que tanto compartí, tanto aprendí y tanto me dieron y me llené de palabras tan ligeras como; Suspira, Momento, Inmediato, Efímera, Alba, Aliento ó Liviana.
Comprendí que la vida en este pueblo era chispeante y espontánea, siempre en permanente transformación, ya que las familias cambiaban continuamente de casa, de esposos, de hijos, todas las puertas permanecían abiertas, nada era de nadie, todos se cuidaban entre sí y aprendían, tanto grandes como pequeños de la maravillosa escuela de la vida.
De repente, sin saberlo, tal vez a causa de los efectos de la luna nueva o de los diferentes solsticios del año, todo volvía de una manera natural a un orden relativo, cada habitante buscaba su lugar; su casa, su oficio, se encontraban las parejas, se reconocían tocándose las manos, acariciándose las caras y se decían las cosas de siempre, que por ensalmo se habían convertido en nuevas. Se reían fuerte, alegres, sin temor, estrujaban hasta el límite a sus auténticos hijos que se dejaban querer y regañar sin darle mucha importancia a lo que estaba ocurriendo.
Sentí que Áurea sería siempre la ciudad del permanente afecto. Ningún hombre o mujer se enfrentaba jamás a su pareja, ningún hijo renegaba de sus padres, porque nadie tenía memoria para el rencor, los abuelos, eran abuelos universales, de todos, y, a pesar de ser los más desmemoriados, a partir de los setenta y cinco años empezaban a recordar, como por arte de magia, que un día el pueblo no había sido siempre de esta manera.
Intenté averiguar de qué vivían sus habitantes y para mi asombro pude ver camiones repletos de alimentos que llegaban hasta el pueblo, no en vano Aurea estaba en medio de ninguna parte por donde pasaban carreteras que iban a muchos sitios, y los chóferes descargaban montones de víveres que les permitían vivir sin problemas durante meses.
Me comentaron que un extraño sortilegio atraía esos camiones… luego como cayendo de un hechizo, esos hombres pasaban algún que otro apuro al comprobar que no dejaron la carga donde debieran, pero dónde la habían dejado no podían encontrarlo en ningún mapa, ya que el pueblo se solía olvidar hasta de sus propias coordenadas y se perdía en el espacio.
No sentí en ningún momento necesidad de irme de allí, no sólo porque era difícil salir, si no porque para qué salir de la ciudad del infatigable olvido, en donde nada comprometía ni distraía, y se vivía la vida aferrándose al segundo inmediato para poder dejarlo caer en el abandono.
Nunca supe cuánto tiempo estuve viviendo en Áurea. Solo sé que un día siguiendo el rumor del agua que conducía a
Unos excursionistas me encontraron perdida y desorientada, en el interior de un bosque al caer la noche.
No supe decirles mi nombre, ni de donde venía. Tampoco pude responder ni entendí una sola de las preguntas que me hicieron la policía, mi marido, mis hijos e incluso los médicos que me examinaron. Hablaron de un golpe, accidente, conmoción, ante mis explicaciones sobre el lugar perfecto en el que había pasado el último mes.
Cuando les relataba que allí vida y reposo se conjugaba en una mezcla agradable, que era lo que hacía que sus habitantes acabaran olvidando el objetivo prioritario de sus vidas y se quedaran a morar para siempre en Áurea, notaba sus miradas extrañadas y preocupadas. Con el tiempo aprendí a adaptarme a mi antigua realidad.
Dónde estuve aquellos días, fue para todos un misterio.
Mi coche apareció, como por ensalmo, en un bancal de la Vega, solo tenía algunos arañazos.
Eché de menos Áurea, aunque no logré amarrarla, por mucho tiempo en el recuerdo, pero algunas veces… en las noches sin luna, cuando veo el columpio del patio que se balancea solitario, oigo voces de niños que canturrean y entonces sonrío, sonrío sin poder evitarlo.
lunes, 12 de octubre de 2020
UNA TARTA DE PLATANO
Cuentos para dibujar
Mientras se va contando la historia se van dibujando los diferentes elementos. El texto es aproximativo y podemos enriquecerlo a nuestro gusto, así como cambiar los personajes de la historia. Los números indican el orden en que se va haciendo el dibujo.
Es muy interesante para que las criaturas inventen sus propios cuentos.
Jesy
vive en una pequeña casa en la colina del Sacromonte (1 ésta es la colina y 2 ésta
es la casita de Jesy)
Una
preciosa mañana, cuando el sol se levantaba (3 este es el sol) y los pajaritos
cantaban, Jesy decidió hacer una tarta de plátano.
Bob,
su amigo, también quería hacer la tarta pero, la verdad, no le ayudaba mucho,
no paraba de jugar con los plátanos y con los huevos, volcó la harina y tiró la
leche al suelo. Jesy, cansado de sus tonterías lo mandó a jugar a la calle para
poder terminar de una vez.
Cuando
la tarta se enfrió Jesy llamó a Bob y se sentaron juntos a merendar y se
comieron la mitad del pastel. (4 la
mitad del pastel)
-Vamos
a llevarle la otra porción a Alexia mi mejor amiga que vive aquí al lado.
Cuando
llegaron a su casa (5 la casa de Alexia)) vieron que su
puerta estaba abierta pero no había nadie dentro.
-Seguro
que está en la piscina, -dijo Jesy, -Bob quédate aquí y espera, voy a ver si
está allí y a decirle que venga. Puso la
tarta encima de la mesa y se fue a buscar a su amiga.
Bajó andando por la colina hasta la piscina (6 ésta es la piscina) Jesy caminó
alrededor de la piscina pero no la encontró.
-Debe
estar en el patio de recreo, tendré que darme una buena caminata. Y eso hizo
atravesó el parque de juegos (7 este es el patio) y la estuvo llamando por su
nombre, hasta que la encontró cerca del gimnasio (se cierra el dibujo)
-¡Alexia!
vamos a tu casa tengo una sorpresa para tí
-¿Una
sorpresa? exclamó Alexia
-¡Si
vamos!
-¡Bob,
hemos regresado!-, pero Bob no estaba, y
media tarta había desaparecido, se la había comido bocadito a bocadito, bocadito a bocadito (8, pellizcos) y lo único que
quedaba eran dos pedacitos pequeños (9, los redondeles que hacen de nariz).
-¡Oh,
Bob se ha comido tu sorpresa!-exclamó Jesy enfadado
-¿Qué
era, una tarta de crema de plátano?, no pasa nada- dijo Alexia vamos a hacer
otra. Y eso hicieron.
La lección que tenemos que aprender con esta historia, es que no debes dejar nunca solo a un mono con una rica tarta de crema de plátano.