viernes, 29 de abril de 2022

MARIQUILLA

Maravillosa gallina dibujada por Endre Penovac

         La huérfana era de todo menos tonta. La huérfana era pequeñita, menúa y un poquito contrahecha, no era para menos después de la vida que había llevado. Tenía sólo siete años cuando adquirió, por derecho, su primera condición de huérfana, porque fue siendo huérfana a peazos: primero se le murió su madre y se quedó con un padre descabalao que estaba sobrio dos días de cada nueve, de los cuatro hermanos que quedaban vivos de su, en principio, enorme familia, se le fueron yendo por el mundo, unos por encima y otros por abajo, a lo largo de los años.

Huérfana del tó, como ella señalaba, ocurrió una mañana de primavera cuando el padre entre embolao y borracho se fue a meté bajo las ruedas del carro del panadero, ¡yaesmalasuerte! Así que, ella misma en ese momento y, a los catorce años, se declaró oficialmente huérfana huérfana, que tiene como mucho más peso.

En el barrio en que la niña vivía no iban a llegar los civiles, ni las señoritas de la caridá preocupadas por su situación, en aquel barrio por no entrar, no entraban ni los gatos por miedo a acabar en el puchero, por eso Mariquilla la huérfana, se tuvo que buscar la vida como fuera y, a pesar de reunirlo to, el ser pequeñica, feucha, contrahecha y huérfana huérfana, arremetió contra unos y contra otros hasta que consiguió lo que quería, una preciosa gallina parda, hermosa, remolonda, abrigaíta, que por lo menos por estricto compromiso entre ambas le diera un huevo diario.

Mariquilla no era como la del cuento de la lechera, la chiquilla tenía los pies en el suelo y una casucha que levantar, así que cuidaba a su Hermosona como oro en paño. Mientras la niña se comía una papa la gallina daba cuenta de la peladura, eso si cortadita a trocitos regulares, no juera a ser que satragantara,  compartían el pan duro que conseguía ande pillaba y los tronchos de la col que no merecían ni un puchero.

Así las conocían en el barrio, pasito a pasito, la huérfana huérfana y su gallina, siempre juntas, una al lado de la otra, correteando felices, acompañándose, picoteándose con cariño al oído cotilleos y zalamerías, quién mejor que Hermosona iba a comprender lo que es sentirse sola en el mundo.

Con los días y la paciencia, la huérfana, en una esquina de la plaza, colocó un cajón de fruta con un cartel 

«Ze venden guevos a 1 leuro uno» 

y un cojín. Sobre el cojín acomodó a su gallinita, para ella una piedra era suficiente, que Mariquilla aunque menúa y contrahecha, tenía bien claro quién era aquí la importante. En una cesta de juncos, recogidos en sus paseos galliniles por los arrabales y tejida por sus manos, cuidadosamente depositados, los huevos, unos huevos que de perfectos eran casi redondos, incluso alguno, hasta de dos yemas. La gente de la ciudad venía a comprar de vez en cuando porque se le atribuían propiedades milagrosas.

¿Qué no es capaz de hacer el amor?

lunes, 25 de abril de 2022

SABOREANDO CUENTOS

 BONJOUR-  DRAGEIAS DE LICOR


 Qué suerte tengo, mis amigos Esperança y Carlos, me han traído de su país una preciosa caja de grajeas. Provienen de una pastelería de Oporto que se llama Confeitarias Arca e Arcáida

Si tenéis la oportunidad de pasar por esta ciudad no dejéis de pasar a visitarla porque lo que encontraréis allí es inencontrable.

Pero me voy a mi regalo.

No son unas grajeas normales y corrientes, son toda una historia, una cajita llena de historias, son como almendras de azúcar rellenas de una pizquita de licor apenas apreciable, sólo para darles un poquito de aroma. Cada almendra, cada grajea es única porque están pintadas a mano con una manga pastelera.

He abierto mi cajita y se ha provocado un revuelo, ya que todos sus integrantes han querido contarme su historia y su viaje y los empellones que se producen cuando alguien la mueve, y las risas que le dan a unos y las rabietas y enfadillos de otros.

Me he encontrado dos preciosos bebés, con sus gorritos y todo, cuatro limones,  bueno tres porque me he comido uno, dos habichuelas blancas, una verde y una roja, dos tomates y cuatro preciosa fresas, y además naranjas, guisantes,  altramuces y lentejas…

Me han contado las conversaciones nocturnas  que se traen cuando se hace el silencio a su alrededor y las carcajadas que se producen cuando el tomate espachurra al guisante, los altramuces hacen equipo y quieren jugar a los bolos con las habichuelas.

La curiosidad  me ha llevado a internet donde he encontrado una página con todas las fotos de estas maravillosas grajeas. 

 Silencio nocturno

Los gemelos duermen su sueño de azúcar

mecidos por el aromático ronroneo de fresa,

mientras limones y naranjas

ruedan ruidosos y risueños.

Tal vez mañana,

los gemelos desayunen

una papilla dulce

de lentejas y zanahorias.

O prefieran simplemente

jugar a las canicas con guisantes,

mientras la tímida violeta

les cante una canción 

acompañada de un coro de altramuces.

 


 



martes, 19 de abril de 2022

GALLINA PELIRROJA

Portada del libro

 Este es un cuento muy divertido de Père Castor que nos trae un precioso mensaje sobre la amistad. La traducción es libre y me ha quedado así como de andar por casa, pero la historia es sobre todo para contarla, por lo que se presta a las más variadas interpretaciones.

"Cerca del bosque hay un jardín. En este jardín hay una casa: Es la casa de Gallina pelirroja. En su cocina y en su dormitorio, todo está limpio y ordenado. Gallina pelirroja es una buena ama de casa, no hay una sola mota de polvo en los muebles. Hay flores en los jarrones y en las ventanas preciosas cortinas muy bien planchaditas.

Qué gusto da ir a su casa. Su amiga la tórtola viene a visitarla todos los días; ¡toc, toc, toc! llama a la puerta y las dos amigas se abrazan y comienza un: ¡coco, coco, coro cocó! Y ¡cu,cu,ru,cú! De no acabar, tienen mucho que contarse. Se sientan una frente a la otra y se toman un vasito de vino dulce con pastas.

Cantan y juegan al dominó, trabaja y charlan, la tórtola tricota, Gallina pelirroja prefiere coser o apañar algo. Por eso siempre lleva en su bolsillo una aguja puntiaguda y una de sus tijeritas. Así puede usarlas en cualquier momento con cualquiera que lo necesite, aquí o allá.

Todo el mundo habla bien de ella.

El zorro oye un día gracias a su buen oído: ¡qué buena es Gallina pelirroja, qué guapa y qué gordita está, gordita, gordita!, el zorro piensa;  ¡oh!, ¡ay, ay, gordita, gordita!.

Se le hace la boca de agua, corre rápido a su casa y entra bailando como un loco;               -¡Gordita, gordita, está bien gordita!

-¿Pero qué te pasa?- le dice la zorra - ¿estás loco?

-¡Tarara!, hay una gallina pelirroja cerca del bosque, una gallina como tiene que ser gordita, en su punto, voy a cazarla enseguida. Dame un saco, prepara la marmita, pon agua a hervir, la vamos a cocinar y nos vamos a comer a esta Gallina pelirroja.

-¡Qué grande eres!- grita la zorra con alegría y le entrega un saco.

El zorro corre como el viento. Ve la casa de Gallina pelirroja, se acerca con prudencia y se oculta detrás de un árbol. En ese mismo momento la puerta se abre.

–¡Co, co, co, hasta mañana querida tórtola!

-¡Hasta mañana, hasta mañana, mi querida Gallina pelirroja, adiós!

La tórtola se va, la gallina va a buscar leña a la leñera. El zorro se mete en la cocina sin hacer ruido y se oculta detrás de la puerta, la gallinita entra tranquilamente en la casa,  el zorro la atrapa y la mete en el saco a tal velocidad que el pobre animalito no tiene tiempo de ni de abrir el pico.

-¡Te atrapé, te pillé!

El zorro anuda el saco, se lo echa a la espalada y se va silbando. Gallina pelirroja se ahoga y se agita en el saco, lanza un ¡Co,co,co,co,có¡ lleno de terror. Pero quién le escuchará, quién va a escucharla.

La tórtola está por allí cerca posada en una rama del manzano. Se percata que el zorro ha cazado a la gallina para comérsela. Su corazón late con fuerza, sus alas tiemblan, no puede siquiera abrirlas. Por fin vuela, da un gritito y se posa a unos pasos, en el suelo, delante del zorro. Vuela y salta, tirando de un ala como si estuviera herida.

-Una tórtola herida, qué suerte, espera pequeña todavía hay un sitio para ti en la marmita.

El zorro coloca el saco en el suelo y se acerca a la tórtola, cree que la va a pillar pero, ¡hop!, salta y se posa unos metros más adelante, ¡hop, hop!, y saltando canta, «¡cu,cu,ru,cú!» que quiere decir, «coraje, Gallina pelirroja, sálvate».

 Rápido, la gallina coge sus tijeras, corta el saco y por fin sale, después coloca una piedra en el saco y lo cose en un abrir y cerrar de ojos. Guarda en su bolsillo sus tijeras, su aguja y su dedal y corre, corre y corre hasta llegar a su casa.

 El zorro corre también muy lejos, sudando como un pollo:

-¡Cuernos, es preciso que te atrape!, ¡estúpida! ¡esta vez….!

Pero nada, la tórtola vuela más alto, lo suficiente para ver a la gallina entrar en su casa, entonces tranquila se va hacia el cielo.

El zorro callado y furioso regresa a por el saco que coloca en su espalda y gruñe,

-¡Al menos la que está dentro no se me escapa!

Y regresa a su casa muy cansado. La mesa está puesta y el agua bulle en la marmita.

-¿La has cazado?- pregunta la zorra echándose a su cuello.

-¿Qué si la he cogido?, toma coge y verás lo pesada que es-  y le entrega el saco.

-¡Cielos, qué comilona nos vamos a dar!

Se aproximan a la marmita, abren el saco y lo sacuden sobre el agua, la piedra cae y el agua hirviendo les salpica, se queman tanto que salen corriendo por el bosque gritando como locos. Nunca más volvieron.

Y desde ese día Gallina pelirroja y tórtola no se separaron nunca más."

En el siguiente enlace lo podéis ver en francés. 

 https://youtu.be/vVetz_B_iX8


sábado, 16 de abril de 2022

FÁBULA DEL RATÓN CHISMOSO

Portada del libro El gato del molinero

 Aconteció que una pareja de roedores,  muy contentos porque pronto iban a ser padres, decidieron preparase para tal evento. Como era  finales de agosto y el trigo ya había sido recogido y guardado, pensaron que era el mejor momento para ello.

Dentro del granero, cuando estaban dispuestos a llenar la despensa de su casa, la ratita se dirigió al ratoncito y le dijo:

—Mira, querido mío, será mejor que yo me quede fuera vigilando mientras tú coges la mayor cantidad de grano que puedas. Micifuz está últimamente de unas malas pulgas terribles y si nos pilla poco a va quedar de nosotros.

—¡No, no! —le respondió el ratón— Tú eres demasiado despistada, enseguida te pones a soñar con cualquier tontería y en cuanto veas las nubes que pasan por el cielo, sientas el aroma del heno recién recortado o admires  la belleza de las flores, te quedarás tan alelada que no serás capaz de reaccionar ni aunque un toro rabioso pasara por tu lado.

—Ay, ratoncito, no me gusta nada que me digas eso, bien que me gusta apreciar la belleza de las cosas, pero cuando yo me pongo a una tarea lo hago con todos mis sentidos bien despiertos —dijo la ratona, un tanto molesta por los comentarios de su compañero.

Y así estuvieron discute que te discute, hasta que por fin la ratoncita cedió y dejó a su pareja vigilando.

El ratoncillo se colocó a la entrada del granero muy pendiente de lo que por allí ocurría, tan atento estaba que no tardó en observar a la señora gallina que pasaba muy ufana, seguida de sus cinco pollitos y rápidamente le cotilleó:

—¡Qué hermosura de hijitos tiene! Son realmente preciosos y educados. No es por ser indiscreto, señora Gallina, pero ¿de quién son?

—Del gallo Tuerto –respondió la gallina, muy orgullosa, mientras se alisaba las plumas con el pico. —Como bien puede usted imaginar, no tengo tratos con otros gallos del gallinero y menos aun con el gallo Pelao que es un inútil y un enterao.

Al poco rato pasó por allí la señora Oca y el ratoncillo volvió de nuevo a charlar con ella:

—Señora Oca, ¿sabe usted que los  polluelos de la señora gallina son del gallo Tuerto?,  ella misma me lo acaba de decir. Por cierto, nosotros también estamos esperando para dentro de poco.

—Seguro que tendréis una camada extraordinaria —alabó zalamera la señora Oca, bien contenta de las cosas que iba escuchando en su  paseo matinal.

Tan entretenido estaba el ratoncito con unas y con otras, que no se dio cuenta de que Micifuz estaba por allí cerca muy atento a la conversación y qué, aprovechando su distracción,  cayó de repente sobre él, que al sentirlo cerca pegó un terrible chillido de angustia y de un brinco saltó sobre una de las vigas del granero logrando escapar de milagro.

En el interior, la ratita escuchando, a tiempo, el terrible lamento de su maridito puso pies en polvorosa y dejando caer el precioso grano que llevaba entre las patas, tuvo los minutos necesarios para ponerse a salvo en su madriguera.

 

Es de listo bien sabido que el chisme a nadie hace bien

y más aun cuando de ello depende tu buen comer.

miércoles, 13 de abril de 2022

EL SOÑAR SE VA A ACABAR

 

Dibujo de mi compañera Carmen para contar el cuento de Barriendo, barriendo

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Cuentan que, una mañana de abril, estando el conde de Pastrani preparándose para las audiencias diarias, su ayuda de cámara le advirtió:

—Señor conde, no sé si ha visto a usted a su hijo hace poco, pero me temo que su estado requiera de su pronta intervención.

—¿Qué ocurre, pues?—preguntó solícito, mientras se arreglaba las chorreras del traje de ceremonias.

—La verdad es que ni se sabe, lleva varios días encerrado en sus aposentos, no sale, solo mira por la ventana y suspira entre apenado y meditabundo.

—¡Estará enamorado, pardiez!—exclamó el conde, no sin cierta sorna.

—Todo puede ser.

Haciendo caso a los comentarios de su fiel segundo, se acercó a las dependencias de Nicomedes y sin llamar a la puerta se coló de rondón en sus aposentos. Efectivamente, el muchacho ni siquiera se enteró de la presencia de su padre absorto como estaba, con la mirada perdida en lontananza, arrellanado cómodamente en una poltrona.

—Querido muchacho—saludó su padre, observando que efectivamente el chico no tenía muy buen aspecto, no solo por la palidez que presentaba su rostro, sino porque su eminente tripita indicaba más de un exceso en la manducatoria y en el bebercio.

—Buenos días, padre—exclamó con un hilo de voz Nicomedes volviéndose ligeramente a mirar al conde.

—¿Se puede saber qué te acontece?

—¡Ay!—suspiró el chaval—, mi vida no tiene sentido, los días pasan y no encuentro motivo para salir al exterior.

—¿Acaso estás enfermo?

—No, padre, gozo de buen apetito y duermo bien.

—¿Pues entonces?

—No sé, he pensado que si usted me cediera las tierras del Molino Alto, tal vez yo, podría dedicarme a la cetrería y ocupar mis horas en organizar partidas de caza.

—¡Ay, no sería mala idea!—respondió prudentemente el conde conocedor de las aficiones pasajeras de su hijo.

—¿Verdad, padre? Esta vez le prometo que no abandonaré tamaña empresa.

—Nicomedes—le dijo con dulzura, paciencia y un cierto grado de irritación en la voz—, escucha lo que te voy a relatar que aconteció en Villarrobledales de Abajo, pueblecito de la comarca de Burgos, famoso por sus morcillas.

“Un día el sacristán, muchachito con más o menos tu edad, estando barriendo en la puerta de la iglesia encontró en el suelo una moneda. Qué contento se puso. Enseguida su febril imaginación empezó a maquinar y pensó, con este dinero me compraré una gallina, la cuidaré amorosamente  y no pasará mucho tiempo en que no me regale diariamente con un huevo. 

Cuando consiga algunas docenas las venderé y adquiriré una oveja, iré cada día a llevarla al prado donde crezca la mejor hierba y allí la dejaré pastando hasta que se harte y así cuando se haga grande la cambiaré por un cordero.

Con el cordero conseguiré un choto, y más tarde  con el choto un ternero. Qué feliz y orgulloso estaré yo con mi ternero, tan hermoso será y tantos premios ganará que no será difícil que, en breve, con lo que consiga, pueda adquirir un molino, por supuesto con su molinero y todo.

Pondré mi molino en marcha y con las ganancias de la molienda diaria, seré pronto el dueño de una aldea entera con su consiguiente  torre en el centro de la plaza.

Y allí se quedó el muchacho, mirando al cielo cuando las campanas empezaron a sonar y a sonar despertándolo de sus ensoñaciones. Y ahora el pobre chico barre que barre a ver si encuentra de nuevo otra moneda…

El conde Pastrani quedó anonadado al escuchar el ligero ronquido que su hijo emitía desde su regio sillón y de un grito y una buena sacudida lo despertó, ¡vaya si lo hizo!, mientras le gritaba  al oído:

—¡Qué se te acabaron las historias Nicomedín!, ¡qué ya te hemos malcriado bastante tu madre y yo! Mañana al alba tendrás tu caballo presto esperándote y una soldada correspondiente a tres meses. Arréglatelas como puedas y vuelve a casa cuando sepas qué hacer con tu vida.

El muchacho todavía medio adormilado, sin entender muy bien lo que farfullaba su padre, preguntó bobalicón:

—¿Pero qué hizo con la moneda?

 Cuento basado en “Barriendo, barriendo” de A. R. Almodóvar

martes, 12 de abril de 2022

CABALLOS. POEMA DE CARMEN CONDE

 

 En los ríos apretados de agua

 se hundieron gozosos  los caballos. 

 

Venían despacito, 

descasando de la faena durísima 

y encontraron 

las limpias corrientes tranquilas.


Eran unos esplendidos caballos de ebonita. 

Tenían los ojos retallados de paisajes. 

 

Cuando emergieron, 

para salpicar de agua el césped 

y las campanillas doradas, 

la tarde se llenó del olor ácido 

a tierra llovida.

 


lunes, 11 de abril de 2022

CAPERUCITA EN ALMUÑÉCAR

La exposición de Mil y Unas Caperucitas en febrero de 2020 antes de retirarse por la pandemia

Nuestro cole es un colegio pequeño, pero hemos disfrutado a lo grande con Caperucita, desde los más chiquitines de 3 años hasta los mayores de 6º de Primaria. 

Como estamos tan cerquita de la playa nos ha encantado adentrarnos en el frondoso bosque con Caperucita y el lobo.

Nos ha sorprendido ver tantas versiones del cuento original, y poder leerlo en tantas lenguas diferentes.

En el Colegio de la Noria, tenemos alumnos y alumnas de más de 30 nacionalidades diferentes, y les ha encantado poder leerla en su lengua materna.

Gracias por visitarnos Caperucita. ¡Cuánto hemos disfrutado contigo!