Papá pato y Mamá pata vivían
en un estanque cerca de la ciudad con su numerosa familia. Cada día salían de
paseo y lo hacían de forma muy ordenada: Mamá pata seguía a Papá pato y tras
ellos iban patito número uno, patito número dos, patito número tres, patito número cuatro y patito número cinco.
Surcaban las tranquilas aguas
del estanque y solo se detenían si Papá pato lo decidía, para recibir una
lección de zambullida, aseo o pesca.
Papá pato era un pato muy
organizado; Mamá pata era una pata muy amorosa, algo perezosa y refunfuñaba con
frecuencia cuando salían.
“¿¿Cuá-cuá-cuaaaa-
cuá-cuaaa??”le decía Mamá pata a Papá pato.
“¡¡¡Cuá- cuá cuá!!!”respondía
Papá pato muy serio.
Últimamente no se ponían de
acuerdo y discutían mucho. Los patitos miraban a Papá pato y a Mamá pata y los
oían cuaquear sin prestarles mucha atención; ellos los seguían y se divertían:
jugaban a zambullirse, se perseguían y corrían en busca de algún pececillo o
insecto para comer.
Papá pato, levantaba sus alas
y trataba de poner orden entre los patitos. Mamá pata no estaba de acuerdo con
la actuación de Papá pato y gritaba de
nuevo:
“¡¡Cuuá-cuuaaaá- cucucuá,
cuá, cuá cuuuuá!!” decía Mamá pata.
“¡¡Cuuá-cuuá –cuaaá-cuaaá!!”
le respondía Papá pato cada vez más enfadado. Las discusiones eran tan largas
que volvían a casa y aún quedaban restos del cuá-cuá inicial. Los patitos
seguían a Mamá pata, jugando y atrapando comida; Papá pato, corría sin mirar
atrás y desaparecía.
Un día de primavera, cuando la familia salió a
pasear, como siempre, Papá pato empezó a discutir con Mamá pata, como siempre:
“¡¡¡Cuá-cuá, cuuuuuaaaá,
cuaaá, cuá,cuá, cuá,á,ááááá???”
Mamá pata dejó de escucharlo
y no le respondió; eso hizo que Papá pato se enfureciera más y levantara el tono
de voz.
Los patitos notaron que su
papá estaba más enfadado que de costumbre, pero no hicieron caso y siguieron
enredando y nadando con gusto y soltura.
Mamá pata estaba triste y
cansada de tanta discusión y decidió no hacer caso a Papá pato.
Papá pato se revolvía, giraba
alrededor de Mamá pata chillando como un pato loco, levantaba las alas,
salpicaba …
Mamá pata seguía sin
responder. Papá pato se le acercó y comenzó a picar en la cabeza de Mamá pata
con furia una y otra vez.
“¡¡¡Cuaaaá, cuaaaá!!!, ¡¡cuá,
cuá!!, ¡¡¡cuuuuá, cuuuuá!!!” gritaba Mamá pata ante el ataque
de Papá pato; los patos que se encontraban cerca de la familia de patos,
miraban la agresión sin hacer nada, los patitos asustados se pusieron muy
nerviosos y casi se ahogan.
Mamá pata, con el cuello
herido y llena de picotazos, llamó a sus patitos y dio media vuelta hacia un
refugio cerca de los juncos para pasar la noche.
Papá pato buscó otro sitio
donde refugiarse entre rocas y juncos.
A partir de ese día, los
patitos salían a nadar detrás de su Mamá unas veces y otras veces detrás de su
Papá, siempre contentos y aprendiendo cosas nuevas del estanque. Ya no había
discusiones. La tranquilidad había vuelto al estanque.
Conchi Gallegos