jueves, 23 de abril de 2020

LA SEÑORA DESASTRE

No podía faltar proponeros un libro en este día del libro. Aunque nos pille encerrados en casa sigue siendo una estupenda ocasión para compartir algunas historias memorables.




Este libro tiene la originalidad de unir a tres países Ecuador, Italia y Perú en un divertido cuento.
La historia está relatada en italiano y español, haciendo además un recorrido por algunos de los lugares, la gastronomía,  las costumbres y las curiosidades de estos países. 
En definitiva un libro muy completo que aparte de divertirnos con las locuras de la Señora Desastre, nos va a llevar, de la mano de Marino Muratore, su autor, a aprender un montón de cosas interesantes.

Desde aquí gracias Marino por el regalo.
   

miércoles, 22 de abril de 2020

CUENTOS CON PAPEL Y LÁPIZ

De toda la vida se han contado cuentecillos con materiales tan simples como el papel y el lápiz. 
Son geniales para una tarde de lluvia, para una espera en el médico o para sacar la imaginación a flote e inventar nuestras propias historias.

Este es el famoso cuentecillo que se cuenta a las mas peques:  Un huevo, (un ojo), otro huevo (otro ojo), un palo (nariz), otro palo (boca), la luna  mamá (circunferencia)

El gran Richar Thompson tiene unas ideas excelentes respecto al tema. Podéis encontrarlas en esta dirección de Internet. Están en inglés pero eso dará mas emoción al asunto.

https://mdfbooks.wordpress.com/richard-thompson-draw-tell-stories/

Os aporto uno de los cuentos que más éxito ha tenido siempre con las criaturas y que podéis encontrar en mi libro "Materiales y objetos tradicionales para contar cuentos"


                           1.-  Había una vez un niño 
que salió de paseo



2. Cuando empezó  de repente a nevar y sintió mucho frío. 


                                             3.-  y decidió guarecerse en una cueva que encontró



4.-En lo alto de la gruta había dos grandes piedras. Encima de cada piedra una sombra hacía figuras extrañas, y por debajo se adivinaba un puñado de musgo  

5.-Al poco rato salió el sol que comenzó a fundir la nieve





6.- y un arco iris radiante y 
luminoso acompañó al astro rey.

7.-El pequeño muy contento decidió volver a su casa y jugar con su perro Toby que le estaba esperando.


Cuento de la tradición popular


Espero vuestras ideas.









martes, 21 de abril de 2020

Tamara Chubarovsky

Os traigo una artista que trabaja muchos ámbitos de la educación. 
La podéis  seguir en facebook, en vídeos, en diferentes libros publicados y en su blog. 
Se llama Tamara Chubarovsky y os aseguro que es todo un descubrimiento, aunque imagino que algunas ya la conocéis.

Como muestra uno de sus divertidos cuentos para dedos traviesos
y musicales 

https://www.youtube.com/watch?v=M01npgsOHAw


su facebook os permitirá seguir sus trabajos más actuales 

https://www.facebook.com/TamaraChubarovsky


https://www.tamarachubarovsky.com/blog/ 








viernes, 17 de abril de 2020

EL REY PANADERO


Aprovechando que muchas criaturas están haciendo todo tipo de recetas de cocina en estos días,os traigo un divertido relato escuchado  hace mucho tiempo en la Granja Escuela Huerto Alegre de Granada en el taller de elaboración de pan.

 Cuento para aprender a amasar

Entregad a cada oyente una bola de masa de pan o en su defecto de plastilina no muy dura, deben tener una superficie delante para que puedan trabajar en ella:
Érase una vez un rey al que le gustaba mucho hacer pan. Soñaba con hacer el mejor pan del mundo, pero al pobre nunca le salían bien ni los bollos, ni las barras y siempre se le quedaban o muy crudas o completamente achicharradas.
Un día decidió escribir una carta a un mago para que le diera la fórmula exacta. Preparó un pergamino (se aplasta la masa extendiéndola con los puños con golpecitos suaves) y comenzó a escribir en ella) 
“Estimado señor, tengo un tremendo problema. (Con dos dedos se escribe como si fuera una máquina de escribir). Me gustaría hacer pan, un pan rico y sabroso, tierno y a la vez crujiente, un pan hermoso y grande para dárselo a todos los niños y niñas de mi reino y que todos juntos pudiéramos disfrutarlo, pero soy tan torpe que lo único que consigo es hacer tostadas incomibles que parecen suelas tan duras que no sirven ni para ponerlas en los zapatos.
Terminada su carta, la dobló (se dobla), la volvió a doblar (se hace lo mismo), y como vio que no cabía en el buzón,  la aplastó de nuevo con los puños (se repite lo indicado), la enrolló en forma de rulo (hacemos lo mismo), y se la dio al caracol “turbo” famoso en aquellos parajes por ser ayudante del cartero real (se hace un caracol).

Caracolitos de plastilina
El caracol inició su larga ruta, pero era muy pequeño y el camino largo, para colmo empezó a llover y a tronar, así que tuvo que cobijarse en una gruta. Lugar en el que vivía un tremendo oso que asustado por el ruido de la tormenta salió corriendo de la cueva, sin darse cuenta de que había pisoteado varias veces al caracol hasta dejarlo como una plancha (se golpea la masa con los puños).
El rey, que tuvo conocimiento de lo ocurrido por las noticias que le llegaron del guardabosque y, viendo que su carta no llegaría nunca a su destino,  volvió a extender un nuevo pergamino y a escribir con rapidez su pregunta (se repite la secuencia inicial) y esta vez se la llevó al mago personalmente, hasta que obtuvo por fin una respuesta.
 Que fue: 
"Haz una bola (la hacemos), déjala reposar en un sitio oscuro, en el que no haga mucho frío, ni mucho calor y, al cabo de un determinado tiempo la masa te hablará. Se hinchará y cuando la presiones con el dedo recuperará su forma. Esto te indicará que está lista para meterla en el horno (haced lo mismo).
 Efectivamente así hizo el rey. Convirtiéndose en el mejor panadero de su reino y de todos los lugares venían a comprar sus panes y sus bollos.

            

sábado, 11 de abril de 2020

LA CLASE DE PINTURA

Hoy traigo un relato que acabo de escribir, mitad realidad mitad ficción, gracias al taller de escritura al que estoy asistiendo que coordina el escritor Alfonso Salazar. A pesar del confinamiento no dejamos de trabajar y reunirnos ONLINE.

Mis pinitos con la acuarela

Todas las tardes después de merendar una taza de chocolate con picatostes que nos servía la tata en la cocina, salíamos mi hermana y yo para recibir clases extras.  A veces nos cambiábamos el horroroso uniforme escolar y nos poníamos nuestros trajes de paseo. Normalmente era mamá la que nos acompañaba, otras, alguna de las innumerables muchachas que se ocuparon de nosotras a lo largo de nuestra vida.
Yo, por la calle, iba mirándolo todo, como si lo viera por primera vez, y cuando me paraba en un escaparate me arrastraban entre las dos y alegaban que siempre íbamos con la hora atrasada y que una señorita jamás llegaba tarde a sus compromisos.
Mi segundo placer sucedía cuando me dejaban sola en la academia de pintura y empezaban a llegar las chicas con las que estudiaba. Como solía ser antes de hora, todavía me quedaban unos minutos en que me entretenía en mil y unas confidencias con Aurora, mi amiga preferida, y con Luciana. Era consciente de que ninguna de las dos hubieran sido del gusto de mi madre, ya que eran, digamos,  “de otra clase”. Las dos, mayores que yo, divertidas y “chispeantes” como las hubiera definido el abuelo, siempre tenían mil y un asuntos que contarme de sus novios,  cosas que para mis 16 años me resultaban bastante misteriosas y lejanas.
Mientras llegaba el señor Tarsici preparábamos el estudio, limpiábamos los pinceles, echábamos  un ojo a los cuadros de las compañeras ausentes, levantando una esquina del lienzo que cubría sus cuadros y seguíamos riéndonos como locas de cualquier tontería, sabiendo que una  vez que el maestro llegara con su paso patizambo, su melena leonina y su voz grave, nuestra diversión se habría terminado. Durante la clase imponía una férrea disciplina y solo nuestras miradas cruzadas y las risitas que nos dirigíamos a sus espaldas, eran las que permitían que yo siguiera regresando a aquel lugar.
Tenía claro, que nunca sería pintora, que no me iba aquello, que además no tenía ni la más mínima habilidad.
Mientras estuvimos entretenidas el primer trimestre con el carboncillo, las líneas, los trazos y más tarde el pastel, las cosas se fueron sobrellevando, me distraía, me gustaba que saliera algo positivo de esas “manazas” que ya desde pequeña me habían sido adjudicadas por mi madre y demás mujeres de mi familia, pero el arte del señor Tarsici suplió mi inexperiencia y lo pasé bastante bien, tanto, como para llegar a creerme que algún día podría llegar a ser una gran artista.  
Ahora las cosas habían cambiado, nos habíamos metido de lleno en el “óleo” y de la noche a la mañana aquello se había convertido en una tortura. Durante dos semanas sufrí todos los improperios que el maestro quiso dedicarme por no aprender a coger bien la paleta, que se empeñaba en escaparse de mis manos emborronando todo a su paso. Pude con un bodegón que más que figurativo fue una muestra abstracta de colores, pero entonces a pesar de mis ansias de libertad y de la diversión que me procuraba el encuentro con Aurora y Luciana, me aterraba la perspectiva de la nueva muestra que, como todos los lunes, nos tendría preparada el pintor.
  En el centro de la estancia donde convergían las miradas de nuestros caballetes ya estaba colocada, debidamente cubierta de un lienzo blanco, impoluto, la que sería mi tormento en los siguientes días. Cuando el “Maestro”, como le gustaba que le llamáramos, llegó a la sala, las chicas cloquearon al unísono. Respondimos a su saludo y él de forma solemne, como le gustaba hacer, se acercó a pasitos cortos al busto expuesto.
 Niñas- dijo, -he querido traeros una obra de arte. Sé que no va a ser fácil, no os preocupéis, bastará un detalle, unas líneas. Lo que quiero es que vuestra mirada llegue más allá. Me basta un apunte, un color, un fragmento-.
Aquí se interrumpió dando aun mas teatralidad a la escena y con sumo cuidado tiró del extremo de la sábana dejando al descubierto una muñeca de porcelana de cincuenta centímetros de altura. Era realmente un ejemplar único, creí reconocerla enseguida, se trataba de una Mariquita Pérez, la muñeca que mamá me llevaba prometiendo desde que tenía siete años cada vez con una nueva excusa; si sacaba buenas notas, si ordenaba mi cuarto, si cambiaba mi actitud, si dejaba de pelearme con Merceditas, si no me subía a los árboles en casa de la abuela, si esto, si lo otro….
Para cuando terminó de descubrirla mi corazón saltaba a vuelos desbocados, no sabía si de odio, de rabia, de emoción contenida o de impotencia. ¿Qué iba yo a hacer con “eso”?, ni siquiera sería capaz de pintar los capullitos de su falda plisada, y no digamos el abriguito de paño azul marino, sus cabellos rizados, rubios y cortos, sus enormes ojos verdes, su maletita de viaje que sujetaba con coquetería en la mano derecha.
De la clase entera se escapó un enorme suspiro de agradecimiento.
-¡Oh Maestro, es preciosa!, ¿es de su madre?, ¿de su hija?, ¿de su señora?..
Yo ya no escuchaba, echaba de menos no estar en clase de piano con la tonta de mi hermana Mercedes, que por nacer trece meses  antes que yo se creía la más lista de las mujeres. Quien, además, era buena, inteligente, complaciente y todas aquellas cosas que yo no sería jamás, y que ahora me estaría enfrentando a un piano y me pelearía con un pentagrama y no con todo un cúmulo de sentimientos.
Pedí permiso para salir de la sala alegando que tenía que ir al baño donde me refresqué la cara con agua helada, me arreglé un poco las trenzas casi deshechas y me quede alelada mirándome, sin verme, en aquel espejo roto.
A pesar de la tarde de mayo, del día abierto al azul, del ruido de la gente que pasaba por la calle, yo no veía nada más que esa estúpida muñeca, atada, encorsetada, llena de lacitos y de blondas, esa muñeca que nunca querría ser. ¿Cómo era posible que la hubiera deseado tanto?
Con mi maletín de pintura al brazo atravesé corriendo el estudio y me despedí en un grito apenas sentido.
- ¡Tengo que irme, han venido a por mí, tengo dentista!-
En mi desatino, mi bata de trabajo se enganchó con el pedestal donde lucía triunfante el objeto de mi ojeriza que se tambaleó y cayó al suelo. La porcelana de su cabeza se abrió en varios fragmentos, uno de sus ojos redondos se me quedó mirando de manera obscena mientras el corro de gritos de mis compañeras me acompañó escaleras abajo.
En la calle, me puse a llorar como una tonta. Nunca sería pintora, ni pianista, ni maestra de escuela, ni señora de mi casa, nunca aprendería a bordar ni a hacer algo de provecho y nadie se querría casar conmigo.
Di paseos por las calles de Madrid mientras la tarde iba cayendo, hasta que en un arrebato de cordura me acerqué a la oficina de mi padre, que no preguntó nada al verme, me abrió sus brazos y me limpió las lagrimas, llamó a casa, tranquilizó a todo el mundo y me invitó a otro chocolate. No pidió explicaciones, mientras me cogía las manos, me dijo simplemente que no tenía que hacer lo que no quisiera, que si amaba escribir que escribiera… que yo era su hija favorita y me consoló como solo un padre, que parece que nunca está en casa, sabe hacerlo.    

 
Mi única Mariquita Pérez de 10 cm de alto.


martes, 7 de abril de 2020

CUENTOS INFINITOS

Estos maravillosos cuentos nos sirven para contar historias breves interminables. Ésta es una de las que podéis encontrar de las Ediciones Tralarí. 
Son muy fáciles de hacer y nos servirán para ilustrar los cuentos de nuestra infancia. 

PRIMERA

SEGUNDA














Instrucciones para hacer el cuento:




Son preciosos y os recomiendo que los pidáis en vuestra librería preferida, vienen en paquetes de tres.


Podemos dibujar uno de nuestros cuentos infinitos, por ejemplo este que me ha salido en un plis plas....

BARCO, BARQUITO
EXTIENDE TU VELA
LLÉVAME CORRIENDO
A VER LAS SIRENAS
SI LLEGAMOS PRONTO,
JUGARÉ CON ELLAS.






domingo, 5 de abril de 2020

CLARITA LA POETA

Mi hija Clara fue desde pequeña la mejor receptora de mis cuentos, y como era de poco comer tengo claro que se alimentó sencillamente de palabras. 
En nuestros viajes y esperas, en cualquier ocasión, nos lo pasábamos pipa jugando con los vocablos,  los verbos o los adjetivos, tanto que hacíamos rimas casi sin pensarlo.
En este extraño y curioso confinamiento me he puesto a revisar diarios de viaje y me he encontrado un libro que recopilé con aquellos poemas y cuentos que Clara me contaba cuando aún no sabía escribir, los que empezó a escribir ella, los que yo le hice a ella y los que hicimos juntas.
Tuve la suerte de poder ilustrarlo con algunos dibujos suyos que había ido guardando. 
El libro lo terminé de encuadernar ¡¡viva el papel!! en el 1998 justo cuando cumplió 11 años y tanto y tanto lo leímos que acabamos desencuadernándolo y teniendo que llevarlo a la librería a que lo arreglaran.


Clara la poeta, portada del libro
     
PUPAS

PUPAS TENÍA UN PUPITAS,
UN PUPITAS PEQUEÑÍN.
EL PUPITAS SE MANCHÓ
Y EN LA LAVADORA SE METIÓ.
DIO VUELTAS, SE MAREÓ
SE ROMPIÓ Y EL ALGODÓN SE SALIÓ
PUPAS,
SIN PUPITAS SE QUEDÓ.

NOCHE

LA NOCHE ESTÁ VOLANDO
CON SU NEGRO MANTO
Y ESTRELLAS VA DEJANDO
QUE JUEGAN CON SU CANTO.

LA LUNA LLENA
SE ESCONDE EN UN VELO
JUGANDO AL ESCONDITE
SE PIERDE POR EL CIELO.

NOCHE QUE HAS LLEGADO,
NOCHE NO TE VAYAS
QUE A LA LUZ DEL DÍA
MUERO PUES SOY HADA.



HAY UN NIDO EN EL CAMINO

Por el camino que hemos venido
en un árbol hay un nido
un nido de "camachuelos"
que comían caramelos.
Caramelos amarillos
redondos como membrillos, 
membrillos gordos y amargos
con sus hermosos rabos largos.

Estos tres primeros poemas son de Clara y se va viendo la evolución que hace y como mejoran sus textos



COLETAS SUBEN Y BAJAN

¡Coletas!
y te escondes
y me río en tu risa
y me desarmas.
Qué inocente
y qué tierna 
en la mañana.
Con el peine en la mano
y la sonrisa
y te salen coletas
como puentes
de manillares 
de motos encarnadas.

¡Coletas!
Coletas
con lazos de colores 
diferentes,
para jugar a ser mayor 
entre coletas.
Coletas
y más coletas despeinadas, 
greñosas y marchosas.
No me vengas 
con ese mismo canto,
al grito 
de coletas fatigosas 
en que te escondes,
reclamando mi ayuda 
en la mañana.
¡Coletas, mamá
coletas!

Este es un poema que yo le hice a Clara sobre una situación  bastante cotidiana.

Ahora Clara hace canciones.


Os animo a que juguéis a rimar, se puede hacer en cualquier sitio o momento, a cualquier hora, es divertido e ingenioso, fomenta el vocabulario y la imaginación, no precisa muchas cosas. Si podéis,haceros de una libreta donde vayáis anotando los resultados mágicos que proporciona una tarde literaria. Gracias a mi manía de escribir todo lo que me interesa pude ofrecerle a Clara este libro que siempre será un maravilloso recuerdo.    

YA ME CONTAREIS....