A todos los que se movilizan por devolver la luz a los niños del mundo entero
Para los niños del mundo entero que no tienen nada que esperar, quisiera hacer una plegaria a todos los amos de la Tierra.
Por cada niño que desaparece el
universo borra la esperanza del futuro que pueda correspondernos.
Pero cuando mueren por culpa de las minas es a Mozart a quien asesinan ¿Si la felicidad conlleva este precio, de qué infierno se alimenta?
¿Cuánto hay pagar de
silencio y oscuridad para borrar de la memoria el recuerdo de sus
historias?
¿Qué testamento, qué evangelio, qué
mano ciega o imbécil puede condenar tanta inocencia a tantas lágrimas y
sufrimientos?
El miedo, el odio y la violencia
han arrasado su infancia, sus caminos se han llenado de miseria y de alambradas.
¿Se puede convencer a un dictador para qué escuche latir un poco su corazón? ¿Se
puede pedir a un presidente que llore de vez en cuando?
Para los niños del mundo entero
que no tienen voz nada más que para llorar, quisiera hacer una plegaria a todos
los dueños de la Tierra. En vuestro sueño de somníferos que realizáis con los ojos
abiertos, dejad que por un instante aparezca la magia de vuestros corazones de
niños.
Ya lo sabemos se firma la paz algunos momentos en nombre del Padre y por Navidad. Que la tregua sea
eterna. Que callen para siempre los rencores y que se calmen en el fondo de los
corazones la venganza y la crueldad por toda la eternidad.
No tengo ni el más mínimo poder pero tengo el corazón lleno de esperanza y de canciones para hoy que son
himnos para la vida.
Y en los guetos, las chabolas, en el corazón de siglos de exilio, las voces se
levantan poco a poco por todas partes haciendo que la gente se ponga de pie y cante.
Podéis
cerrar las fronteras, bloquear los puertos y los ríos, pero las canciones
viajan a pie, en secreto en los corazones valientes.
Son las madres quienes las
enseñan a sus hijos, que las aprenden y acabarán por explotar un día bajo el cielo de
la libertad.
Para los niños del mundo entero