Estoy segura de que lo mismo os ocurrirá a vosotros.
Uno de los trabajos manuales que anima la exposición |
En Cuenca contaba Caperucita con una capa con capucha colorada que su comadre Carmela le cosió con cuatro cortes de crochet. Se la colocaba en la cabeza y correteaba contenta por la campiña.
Carmela cogió a Caperucita y
le contó: corre a casa la camarada Catalina con el capazo y la comanda; un kilo
de queso de cabra coruñés, cuatro cocos,
un cucurucho de castañas caramelizadas,
un cuartillo de comino, un cuenco de café, consomé, coca cola, catorce
caramelos y quince comprimidos de cafiaspirina para la congestión ya que
convalece de un resfriado. Más querida cuidado con el cruento carnívoro Katangués
que querrá comerte.
Convencida Caperucita con la
canasta en el codo y el carro de la compra caminaba contenta cuesta a cuesta,
cogía capullitos carmesíes, campanillas, clavelinas coloradas, caléndulas y
crisantemos. Cortaba caquis y kiwis, cantaban los cuclillos, los canarios y los
colorines, crujían las curianas en las cuevas, correteaban las cucarachas y las
carcomas en sus cavernas, comían cañas los koalas y conejos las cabras.
Cuando el carnívoro cayó
contra la criatura, cauteloso y cariñoso, con concupiscencia, la cameló, la
cuestionó y conocido lo que quería corrió a casa la camarada Catalina.
¡Catacrás! de un castañazo se
cargó la cadena, el candado y la cancela, la camarada compungida y colapsada
cayó conmocionada quebrándose el cuello contra la calle, el katangués se la comió
¡qué cabrito!
Cumpliendo su cometido se
compuso, se colocó el corsé de Catalina, el corpiño, el canesú, el kimono, la
cofia, la capa, los calcetines y el calzado de casa y se cubrió en la cama la
cara con la colcha.
Cuando Caperucita compareció
en la cabaña a las quince y cuarto contempló la cancela y comentó: ¡canastos
cuánto kaos!
El carnívoro la convidó a la
colcha de la cama y la convenció: querida cantemos en karaoke una canción de Camela
o me cuentas el cuento de los cuarenta cabritillas y el coyote Camilo.
Cautelosa Caperucita se
colocó, la contempló y le comentó:
-¡Camarada cuántos cuernos caen
de tu cogote!
-Creo que cuento con quince-
contestó el carnívoro
-¡Camarada qué cara tan
colorada comportas!
-Claro querida, el calor
canicular de la candela.
-¡Camarada Catalina qué cola
tan kilométrica cae de tu culo!
-Calla Caperucita qué
cargante me caes caprichosa.
-¡Catalina con qué colmillos
tan cariados cuentas!
-Caperucita qué cotilla y curiosona.
Y cabreado cayó contra la
criatura y de cuatro colmillazos se la comió completa y sin catarla.
Cuando el cazador de la
comarca Camilo Cortés compareció con la canana completa, el cuchillo carnicero,
la kalamikof cargada y su catana, contempló la casa sin clientes.
Y colorín colorado, el cuento
de la Caperucita Colorada, la Camarada Catalina y la comadre Carmela ha
capitulado…..
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