jueves, 26 de enero de 2023

UNA BIBLIOTECA ESPECIAL

 En Mayo de 1987 nació mi hija Clara en un hospital de Ginebra. En esos años vivíamos en esa ciudad y yo trabajaba como profesora de Lengua y Cultura para los hijos e hijas de las familias emigrantes españolas. Era un trabajo interesante y me permitió conocer las maravillas de un país como Suiza.

Regalo de la clase de infantil de la escuela de Livron con motivo del nacimiento de Clara

Tuve la suerte de conocer a Elisabeth Zurbriggen, que coordinaba la biblioteca intercultural de la Escuela de Livron, en la que en por aquel entonces asistían alumnos y alumnas de treinta y cuatro nacionalidades diferentes, vamos una torre de Babel, yo señalaba que a veces lo más extraño era encontrar una criatura cuyos dos progenitores fueran de origen suizo.

El Ministerio de Educación de este país se preocupaba mucho por la presencia de los emigrantes, aunque no entro sobre cuales fueron su verdaderos intereses si tengo que señalar que sentaron las bases de una política educativa muy interesante, que iba desde las clases de refuerzo, hasta la existencia de estas bibliotecas en las que había libros en todas las lenguas presentes en una escuela. 

Elisabeth, llevaba a cabo un trabajo interesantísimo, pues facilitaba la participación de las familias, que con ayuda de libros contaban a las clases cuentos en sus diferentes lenguas maternas, dando así un ejemplo de cómo la diversidad enriquece a la sociedad.

Nada más ponernos en contacto, me convertí en una fiel colaboradora suya y de su biblioteca, y no era raro que pasara por allí, cada cierto tiempo, a contar cuentos en español, incluso grabara relatos en  cintas de cassettes que luego el alumnado  podía llevar a casa.

Durante los cinco años que estuve viviendo en este país además de mantener una buena colaboración surgió una gran amistad que nos hace que a pesar de los años sigamos refrescando.

Tengo que agradecerle que me enseñara a trabajar con los libros de otra manera, a sacar de ellos temas, divertimentos, juegos, creaciones y que afianzara en mí el gusto por hacerme una verdadera CUENTACUENTOS.

El otro día entre mis papeles, que son muchos, apareció este precioso poster que he fotografiado. Su tamaño es de sesenta centímetros por cuarenta y está realizado por una clase de infantil  a la que más de una vez tuve la oportunidad de contarle cuentos.
 
Fue el regalo que Elisabeth me aportó al hospital cuando nació mi peque.
Detrás estaba escrito:


Querida Teresa;
te damos estos dibujos para el bebé. 
Nos gustaría que vinieras un dia a enseñárnoslo 
cuando ya no llore.
¿Es alegre cómo tu?
Te enviamos besos enormes 
y también a Clara y para su papá.
¡Hasta pronto!

La clase de Ariane
  
Me encantó ese regalo, cada criatura había hecho un sencillo dibujo en un rectángulo de seis por cuatro y  fue luego la maestra la que se dio el trabajazo de colocarlos de forma equilibrada y perfecta.

Estuvo expuesto en el cuarto de Clara  durante muchos años hasta que llegó el momento de que eligiera otras decoraciones y pasó al armario de los recuerdos.
Hoy quería recordar que gracias a Elisabeth conozco todo lo que sé de cuentos y que después de 35 años sigo contando.
He recuperado los dibujos delineando los contornos con un rotulador fino.. os puedo decir que hay 25 pequeñas historias ahí reflejadas que si las miro bien de un momento a otro empezarán a hablar.


detalle

    

 



2 comentarios:

  1. Vaya regalazo!! Que bien que lo hayas encontrado y nos lo enseñes. A veces los 'trastos' que atesoramos en los armarios no son tales trastos sino auténticos tesoros.

    ResponderEliminar
  2. Pues sí, la verdad es que se ha conservado de maravilla a pesar de sus 35 años de armario. Y qué paciencia la de la profe para colocar dibujito a dibujito, yo diría que precisión suiza.

    ResponderEliminar