Para contarlo se utilizan papeles recortados de forma redonda y cuadrada.
En un maravilloso mundo
donde no se permiten los errores vivían unos curiosos seres. No era un planeta
de aquí ni ahora, no se puede decir que viniera del espacio, estaba más allá de
los confines de cualquier lado y más allá de las letras, porque solo se puede
decir que existían en la imaginación de un ser perfecto. Pues en este
maravilloso mundo había dos tipos de seres, unos de cuatro ángulos rectos y
cuatro lados iguales más o menos grandes, eran los DRADOS.
Papel recortado a mano |
Por otro lado, estaban los
RONDOS de cuerpo circular y distancia perfecta a un centro…
Los DRADOS vivían en el lado
derecho de este extraño y curioso lugar, justo por donde cada mañana se alzaba
la luna de Posistrón y los RONDOS en el lado izquierdo, por donde cada noche
Posistrón se despedía.
En el centro, señalando y
diferenciando los dos territorios, una alta y preciosa muralla de bosque
fosilizado de apetules.
Los RONDOS no conocían a los
DRADOS y los DRADOS no conocían a los RONDOS…
Como bien podéis imaginar
cada especie se reproducía por su cuenta, eran seres en un principio muy
perfectos, sus lados eran muy iguales sus ángulos muy noventeros… pero las
cosas fueron cambiando y las generaciones segundas y las terceras, primos de
primas y hermanos de primos hermanas empezaron a tener defectos, los DRADOS no
eran tan cuadrados y los RONDOS no eran tan redondos...
Las autoridades haciéndose
eco de las clases más poderosas, ocupadas por los seres de los dos países más
perfectos en su condición de RONDOS y DRADOS, optaron por crear un nuevo reino.
El país fue puesto en pie de
guerra. Enormes máquinas, dirigidas por los militares, establecieron un nuevo y
tridimensional espacio, allí fueron llevados por la noche, los expulsados de
ambos países los RONDOS y DRADOS que padecían alteraciones de la línea
Circular, los del Centro Imperfecto, los Rompedores del espíritu 365º, los del
90 Desangulado y los de la Cuadratura Equivocada.
RONDOS imperfectos y DRADOS
imperfectos, se encontraron en su nuevo país a la salida del sol.
Nunca antes se habían visto,
se miraron con mucho recelo, asustados, incluso con odio. Oyeron las sinfonías
de gloria de las fronteras marcadas que indicaban que los proscritos e
imperfectos habían sido desalojados.
Al principio RONDOS, se
trataban con RONDOS y los DRADOS con DRADOS, pero fue difícil que los rondines
y dradines no jugaran en el poco espacio concedido, que treparan a los árboles
fosilizados de la nueva muralla y les trajeron noticias, tristes, de los padres
abandonados a un lado y al otro de la primera muralla.
DRADOS y RONDOS, aunque
imperfectos comenzaron a comunicarse… Nunca habían hablado entre sí, por lo que
comenzaron a organizarse.
Los DRADOS metieron sus
ángulos en tierra y cavaron durante toda la noche, los RONDOS, organizados en
escuadras, hicieron rodar sus formas para socavar la muralla.
RONDOS perfectos abandonaron
su antigua tierra para estar con sus hijos y sus nietas.
Durante algunos días no
hablaron al ver aquellos extraños seres con aristas pensando que podían hacerles
daño… Igual ocurrió con los DRADOS que pensaban que los RONDOS eran monstruosos.
Mientras, los dradines y los
rondines jugaban cada vez con más ganas sin que nunca se produjeran graves
accidentes, siempre sabían acomodar sus formas. Los árboles fosilizados que
hacían de muralla también recibieron el bienestar de sus bendiciones, y en la
parte baja por donde llegaba el rumor de la risa de los pequeños y sus roces,
empezaron a brotar hojas.
En los mundos anteriores
solo quedaron un RONDO y un DRADO viejos y enfadados.
De qué les valía un mundo
sin soldados a los que mandar, sin nadie a quien echarle la culpa, sin criaturas
a las que subir a sus aristas o balancear en sus curvas…
Entre todos abrieron los
setos, hicieron nuevas viviendas….
Un día una extraña figura
apareció; tenía dos lados rectos en forma de ángulo y un tercer lado
semicircular, era como un precioso cucurucho de helado. Su papá RONDO y su mamá
DRADO lo mostraron con orgullo a todo el pueblo, digo bien ¡a todo el país!
porque desde aquel día se llamó la morada de los RANDROS y todos tuvieron una
vida redronda…
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