sábado, 6 de abril de 2024

SÉKIA

 

Es la segunda feria del mes del Agrado. Hoy me corresponde. El corazón me salta desbocado y la agitación corre por mis venas a pesar del corto periodo pasado desde la última vez. Tanta emoción me reseca la boca. Lo he conseguido con gran esfuerzo y mucha obediencia, corresponde bajar la cabeza si quieres recibir tan meritoria recompensa.

Soy consciente de que durante mi corta vida he estado supeditado a estos encuentros. Es así, esta es la sociedad que tenemos, esta es la única razón que me permite seguir viviendo “si es que a esto se le llama vivir”.

No me mueve el dinero, ni los bienes materiales con los que intentan embaucarnos, no me ayudan las drogas dulces que puedo conseguir por unos minares. El castigo perenne es no poder vivir otras vidas pasadas sólo conocidas gracias a la IA.

Espero a la entrada de la gran semiesfera gigante, de tonos plateados, con otros ambivalentes como yo. Cada uno llevamos al cuello la insignia del premio conseguido. No todas son del mismo color ni tienen la misma grafía, la mía es roja iridiscente con partículas blancas. Revela gran categoría, casi sesenta mega espectros, lo que me asegura una poderosa experiencia.

Por fin llega el momento. Nos hacen pasar a la gran sala circular de proyección múltiple que nos acoge. Me acomodan en  un brillante sillón de resina polimérica que se adapta con facilidad a mi personal geografía. Solicito un hidratante y recibo una bebida energética, de sabor indefinido, que relaja y calma mi corazón encabritado.

Se va haciendo el silencio. Baja paulatinamente la intensidad de los neones. Me envuelve una música personal que se abre paso en mi cerebelo interior. Sé que es la mía, la que he solicitado, debidamente  programada en un correo, días antes de asistir a este evento. Mis manos se estremecen sujetándose a la Patética de Beethoven. La gravedad desaparece de mi entorno y me dejo llevar por este túnel del tiempo.

De repente, mis pies descalzos pisotean margaritas de colores rabiosos, el prado por el que camino rezuma agua. ¡Agua!, me sumerjo en un río bravo de remolinos tumultuosos, la humedad impregna todos mis poros, me hago sirena, pez, medusa. Saboreo frenéticamente el delicioso líquido queriendo esponjarme de este bien casi inexistente. Una cascada intenta acallar mi preciada música sin conseguirlo, el viento azota mi cara, respiro a pleno pulmón y mis bronquios se abren al oxígeno puro que llena todos los rincones de mi existencia. Corro por terrenos pantanosos sintiendo el azote, en mis piernas desnudas, de los frescos juncos. Salto, mis pies se enfrentan a rocas musgosas y me abrazo, con entrega infinita a los árboles de mi infancia. Grito con todas mis fuerzas. Río, río estrepitosamente a carcajadas valientes, como hacía mucho tiempo no había sentido. Lágrimas reparadoras inundan mi rostro… Lloro durante largos momentos en sacudidas alegres que acaban haciéndose, después de unos instantes, más y más amargas.

Las luces de la sala van insinuándose. El silencio nos aplasta como una losa. Una voz metalizada recomienda esperar unos momentos, antes de desalojar la sala, hasta que nuestros ritmos cardiacos hayan adquirido su “natural” cordura.

Salgo borracho de emociones.

Han merecido la pena las jornadas extras trabajadas en la mina, a cielo abierto, donde me ocupo de la difícil extracción del Colimbo, último elemento de la tabla periódica, fundamental para poner en marcha los reactores de potencia, que durante unas horas diarias  conceden energía a la población

Solo quedamos 200 millones de habitantes que ocupamos, apenas, el espacio de dos de los Antiguos Países. Vivimos distribuidos entre el subsuelo y los grandes rascacielos que pudieron salvarse de la terrible hecatombe que supuso La II Gran Guerra Mundial del Agua.

Son muchos los compañeros que he visto perderse en estos desastres, muchas las mañanas que no quisiera despertarme, mucho el odio a toda nuestra raza por no haber sabido cuidar la Tierra. Es grande el cansancio que nos provoca respirar, con máscaras, un gas licuado que sabe a tierra batida, asearnos a base de nano partículas de aire, hidratarnos con líquidos energéticos de sabor artificial y alimentarnos de sucedáneos plásticos cultivados en laboratorios.

Por eso agradezco y vivo pendiente de estos momentos de asueto que me permiten renovarme y construir recuerdos que no me pertenecen, llorar por el terrible pasado que nos condujo al ocaso, poder visionar imágenes prestadas de mi infancia, de mi familia y de aquellos queridos amigos que se perdieron en este largo y terrible proceso.

La próxima vez volveré, si puedo, al lugar donde nacieron mis antepasados, recordaré las alamedas doradas en el otoño, el pozo de agua fresca de casa de mi abuela y, entraré en el mar…ese mar que espero deje en mi boca un permanente sabor a salitre.

4 comentarios:

  1. ¿Lo has escrito tu? ¡Es magnifico, hermana! Tienes que publicarlo en algún sitio o mandarlo a un concurso. ¡Qué fantasía, qué vocabulario tan bien inventado y elegido, que historia! Bueno, no es que me haya encantado, es que me has deslumbrado.

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  2. Eres grande, das más ánimos que tu profe de cerámica y la mía de pintura juntas … No sé si mandársela a algún "conocido" novelista por si quiere mejorar estilo? ¿Tú que opinas?

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  3. Por supuesto, mándasela a quien tu conozcas, o no conozcas. mándala a un concurso o al IDEAL. ¡¡No dejes este tesoro escondido aquí!!

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